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¿Qué me motivó a escribir el libro Los Instrumentos en la Música Tradicional Portuguesa?

Foto del escritor: Sergio Correia BrancoSergio Correia Branco

Cuando me inicié como músico y dirigente en los grupos folklóricos portugueses en Venezuela, y en la medida que investigaba y aprendía más sobre el tema, me di cuenta de que existía un profundo y generalizado desconocimiento respecto a la enorme variedad y riqueza de instrumentos tradicionales existentes en Portugal.


Era común, por ejemplo, ver a algunos grupos sustituir el rajão madeirense (quizás el cordófono más representativo de la Isla de Madeira y un icono de la música folklórica madeirense) por un cuatro venezolano. Cuando indagaba con sus ejecutantes el porqué de tal incorporación en las tocatas folclóricas portuguesas las respuestas fueron muy variadas:


Algunos argumentaban que ambos instrumentos se parecían y que a falta del rajão podían sustituirlo por un cuatro. Pero resulta que el único parecido real está en el tamaño del instrumento. El rajão madeirense tiene 5 cuerdas metálicas, mientras que el cuatro arma con 4 cuerdas de nylon. Por otra parte, la afinación es muy distinta, siendo que el rajão posee un tipo de afinación muy particular conocida como “reentrante” (de la que pueden conocer más en el libro). El timbre de su sonido también es evidentemente distinto, de manera que, a mi juicio, no había comparación posible.


Otros respondían, es que no tenemos manera de traer un rajão madeirense y tampoco tenemos a nadie que sepa tocarlo. Lo cual es un argumento medianamente sustentable que, sin embargo, no justifica del todo la introducción de un instrumento extranjero de características y sonoridad muy distinta al original.


Por último, encontré casos aún más insólitos, como el de agrupaciones que aun contando con el instrumento lo encordaban únicamente con 4 cuerdas y lo afinaban como el cuatro venezolano. Y esto lo hacían porque no conocían como construir los acordes, mientras que el célebre “cam-bur-pin-ton” del cuatro se les hacía mucho más familiar.


En otra ocasión asistí al ensayo de un determinado grupo folclórico portugués en Caracas y, arrumada sobre unos trastos en el salón de ensayos, divisé lo que a simple vista parecía una de las muchas violas de arame continentales.


Cuando les pedí verla de cerca me sorprendió ver que era una viola braguesa (cordófono tradicional del norte de Portugal continental, específicamente surgido en la ciudad de Braga) totalmente cubierta de polvo, muy deteriorada, con todas las cuerdas rotas y además con sus clavijeros muy oxidados e inoperantes.


Resulta que dicho instrumento había sido un donativo que hace muchos años habían recibido de las instituciones portuguesas como incentivo o apoyo al movimiento folclórico que surgía y se fortalecía en la diáspora. Pero lo cumbre es que esta viola braguesa nunca había sido utilizada porque nadie sabía tocarla. Ni siquiera sabían cómo encordarla o afinarla, de modo que el hermoso instrumento se vio condenado a pasar el resto de sus días cubierto de polvo e imposibilitado de cumplir el fin último para el que fue construido: hacer música.


Como estos, existen muchos otros ejemplos, no solo en cordófonos tradicionales, sino en aerófonos e idiófonos que ilustran el grado de desconocimiento reinante para entonces en el movimiento folclórico portugués en Venezuela.


Para entonces, primera década del 2000, Teníamos cerca de una treintena de grupos colmados de jóvenes y adultos que desbordaban amor por la patria, por sus costumbres y tradiciones, pero que lamentablemente no contaban con el conocimiento, ni el apoyo de carácter técnico o documental para mejorar no solo la sonoridad de sus respectivos grupos folclóricos, sino la representatividad.


Recordemos que los grupos folklóricos representan la forma de vestir, tocar, cantar y bailar de una determina localidad o región y de una época histórica específica. De modo que la representatividad se mide en cuan apegadas a los usos y costumbres de dicha época y región se realicen las danzas.


Por ello que me aboqué a recabar la mayor cantidad de documentación que me fue posible a través de muchos amigos en Portugal que amablemente me orientaron. Yo mismo acudí varias veces a bibliotecas en Portugal continental y Madeira durante mis vacaciones. Adquirí y devoré muchos libros, conversé con luthiers, con músicos, folkloristas portugueses, y me propuse plasmar el fruto de toda esa investigación al servicio de mis colegas y amigos de los grupos folclóricos en Venezuela.


Decidí además hacerlo en castellano para que la información llegara más fácilmente a los jóvenes luso-venezolanos que quizás no se sienten tan a gusto leyendo en portugués.

Pero lamentablemente la pasión por la música y el folklore portugués no pagan las cuentas y tuve que dedicar cada vez más tiempo al ejercicio de mi profesión, lo que me impidió concluir el libro antes. Sin embargo, y como decimos en Venezuela: “Nunca es tarde cuando la dicha es buena”, de manera que espero sinceramente poder contribuir de alguna manera a divulgar nuestros instrumentos tradicionales portugueses, no solo en Venezuela, sino en otros países de Latinoamérica donde existen grandes comunidades de inmigrantes portugueses.

Un abrazo,

Sergio Correia Branco.

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